por José Luis Tapia, economista, Director de ILE y Catedratico de Economia Política.
La reciente iniciativa del gobierno y sindicatos de imponer un aumento del sueldo mínimo es una muestra clara de políticas autoritarias que, lejos de beneficiar a la mayoría, perpetúan la desigualdad y la informalidad en nuestra economía. Esta medida, presentada como un acto de justicia social, en realidad solo favorece a un segmento reducido de aproximadamente 4 millones de trabajadores formales, dejando de lado a 13 millones de trabajadores que no figuran en planilla debido a la falta de un mercado libre y la preponderancia de una economía social de mercado.
Impacto en la Informalidad y los Jóvenes
Los más perjudicados por este incremento serán, sin duda, los jóvenes de 16 años que recién egresan de los colegios. Estos jóvenes, sin experiencia laboral previa, ven cómo su servicio productivo es valorado en el mercado con apenas S/600. El aumento del sueldo mínimo a S/1,025 o más simplemente hará que estos jóvenes sean vistos como una carga financiera adicional para las empresas, lo que les dificultará encontrar empleo formal. En lugar de brindarles una oportunidad de ingresar al mercado laboral, los empujará a la informalidad, perpetuando el ciclo de falta de oportunidades y baja productividad.
Detrimento para Microempresas
Las microempresas, que constituyen una parte vital de nuestra economía, también sufrirán las consecuencias de esta medida. Estas empresas, que a menudo operan con márgenes de ganancia muy estrechos, no pueden absorber los costos adicionales asociados con un aumento significativo del sueldo mínimo. Esto puede resultar en despidos, reducción de horas laborales y, en el peor de los casos, el cierre de negocios. La presión adicional sobre estas empresas no solo afecta a los propietarios, sino también a los empleados que dependen de estos trabajos para su sustento.
Alternativas: Mercado Libre y Desregulación
La solución a estos problemas no radica en imponer controles de precios y salarios, sino en liberar los mercados y desregular la economía. Al eliminar el sueldo mínimo, permitimos que los salarios se ajusten de acuerdo con las fuerzas del mercado, lo que facilita la creación de empleos y la inclusión de más personas en la economía formal. Privatizar las empresas estatales y abrir todos los mercados fomentará la competencia, mejorará la eficiencia y aumentará la productividad laboral.
Ejemplos Internacionales
Países como Singapur y Suiza han demostrado que un enfoque basado en la libre competencia y la privatización puede conducir a sistemas de salud y economías altamente eficientes y prósperas. Singapur, con su sistema de salud en gran parte privatizado y altamente eficiente, y Suiza, con su mercado laboral flexible y competitivo, son ejemplos de cómo la desregulación y la privatización pueden beneficiar a la sociedad en su conjunto.
Llamado a la Acción
Es imperativo que reconsideremos nuestras políticas económicas y laborales. En lugar de seguir imponiendo medidas autoritarias que solo benefician a una minoría, debemos abrazar los principios del liberalismo clásico: libertad económica, competencia y responsabilidad individual. Solo así podremos crear un entorno donde todos los ciudadanos tengan la oportunidad de prosperar, reducir la informalidad y mejorar la calidad de vida de nuestros jóvenes y trabajadores.
Conclusión
El aumento del sueldo mínimo, aunque bien intencionado, es una solución superficial a problemas profundos. La verdadera solución pasa por liberar nuestro mercado laboral, eliminar el sueldo mínimo, privatizar las empresas estatales y desregular la economía para formalizar a los 13 millones de trabajadores sin derechos. Esto no solo aumentará la productividad y la eficiencia, sino que también ofrecerá a nuestros jóvenes y a las microempresas la oportunidad de prosperar en un mercado verdaderamente libre y competitivo.
