por José Luis Tapia Rocha, economista, Director de ILE, y Catedrático de Economia Política.
El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) ha anunciado con entusiasmo que la economía peruana crecerá un 4 % en 2025, superando la proyección inicial de 3.1 %. Este ajuste se fundamenta en cinco factores clave: la inversión pública y privada, un shock de desregulación, la confianza empresarial, costos financieros flexibles y precios altos de materias primas. Sin embargo, ninguno de estos factores representa un motor de crecimiento comparable con las 5 reformas liberales profundas que el país necesita.
Leyes malas
Si bien estos elementos pueden generar un impulso cíclico, no resuelven los problemas estructurales de la economía peruana. La inversión pública, por ejemplo, depende de un Estado ineficiente y burocrático, que lejos de dinamizar la economía, suele generar gastos improductivos. La desregulación anunciada es positiva, pero insuficiente si no se acompaña de una eliminación masiva de leyes innecesarias y trabas al sector privado. La confianza empresarial no se consolida con discursos oficiales, sino con hechos concretos que reduzcan la intervención estatal y brinden certeza jurídica a los inversionistas.
Por otro lado, una inflación baja y costos financieros flexibles pueden facilitar la inversión y el consumo, pero estos son factores exógenos y volátiles. Lo mismo ocurre con los altos precios de las materias primas, que dependen del mercado internacional y no de decisiones políticas locales. En otras palabras, ninguno de estos elementos tiene la capacidad de transformar estructuralmente la economía peruana ni garantizar un crecimiento sostenido en el largo plazo.
Privatizaciones
En contraste, las reformas liberales ofrecen un camino sólido y probado para el crecimiento económico. La privatización de las 110 empresas estatales ineficientes liberaría recursos y fomentaría la competencia. La desregulación integral eliminaría miles de leyes obsoletas que encarecen la actividad empresarial. La apertura de todos los mercados, acompañada de una reducción drástica de impuestos (pasando de 36 tributos a uno solo), generaría un ambiente propicio para la inversión privada y la creación de empleo masivo.
Patrón oro
Además, el reemplazo del dinero fiduciario por un patrón oro garantizaría estabilidad monetaria y evitaría la devaluación arbitraria de la moneda. La reasignación de la burocracia estatal hacia funciones esenciales reduciría el aparato gubernamental y optimizaría el gasto público. Estos cambios no solo generarían un crecimiento del PBI muy superior al 4 %, sino que sentarían las bases para una economía próspera y autosostenida.
El gobierno celebra un crecimiento que, en realidad, sigue estando por debajo del potencial real de la economía peruana. Sin las 5 reformas liberales estructurales, el país seguirá atrapado en ciclos de crecimiento moderado y crisis recurrentes. Solo una agenda basada en la confianza empresarial, la propiedad privada y la eliminación de trabas estatales podrá llevar a Perú a un crecimiento económico sostenido y a la prosperidad de su gente.