Por José Luis Tapia Rocha, economista, Director de ILE, Catedratico de Economia Política.
En un mundo donde la política está cada vez más influenciada por personalismos y populismos, el liberalismo clásico debe reafirmar su esencia: la defensa del Estado de derecho, el gobierno limitado, la transparencia y el respeto por las instituciones. Estos principios han sido la base del progreso en las sociedades más desarrolladas y deben ser protegidos de la distorsión y el oportunismo.
Doctrina
El liberalismo clásico no es una doctrina vacía ni una moda pasajera. Se trata de una visión de gobierno que prioriza la libertad individual, la propiedad privada, el mercado libre y la estabilidad institucional. No se trata de figuras individuales, sino de reglas claras que garanticen el crecimiento económico y la prosperidad. En este sentido, es fundamental marcar distancia de cualquier intento de tergiversar estos valores en favor de agendas personales o improvisaciones irresponsables.
Los recientes acontecimientos en Argentina, en torno a la gestión del presidente Javier Milei, han puesto en el centro del debate la necesidad de deslindar el liberalismo clásico de prácticas que comprometan la ética y la transparencia. El escándalo de la criptomoneda $Libra, impulsada por figuras cercanas al mandatario, ha generado serias dudas sobre conflictos de interés y presuntas irregularidades financieras. La posibilidad de que estos fondos hayan sido canalizados hacia fundaciones liberales en Argentina y Chile, pone en riesgo la credibilidad de los principios liberales y su defensa como modelo político y económico viable.
Instituciones robustas
Frente a este panorama, el liberalismo clásico debe dejar en claro que su fortaleza no radica en liderazgos individuales, sino en instituciones robustas, seguridad jurídica y un marco de transparencia que permita el desarrollo sostenible de las naciones. No puede haber tolerancia ante manejos dudosos ni justificación para prácticas alejadas de la ética. La defensa del mercado libre y la propiedad privada no puede ser usada como excusa para la especulación irresponsable o el oportunismo financiero.
Responsabilidad
El compromiso con la estabilidad y la prosperidad requiere actuar con responsabilidad y rigor. El verdadero liberalismo no se construye con discursos incendiarios ni con estrategias cortoplacistas, sino con políticas sólidas que brinden confianza a los ciudadanos y fortalezcan el orden institucional.
Hoy más que nunca, es imperativo reafirmar que el liberalismo clásico es un camino hacia la prosperidad basado en principios inquebrantables. Solo con una adhesión firme a la ética, la transparencia y la responsabilidad política será posible consolidar una alternativa real para el desarrollo de nuestros países.